La canción es la misma... siempre



Desde las composiciones para voz y laúd del baladista inglés John Dowland (1563-1626), pasando por Bob Dylan en los inicios de la década del 60 del siglo pasado, o el verso y el frasco de la guitarra abiertamente comprometidos del Daniel Viglietti de las Canciones Chuecas- quien en Chile tiene su par por esas épocas en Victor Jara - y entremedio Pau McCartney dejando un momoento su legendario bajo Hofner y empuñando la guitarra, para cantar por primera vez Yesterday en medio de un concierto de audiencia súbitamente silenciada por esa voz y esa guitarra en el beatle en esos momentos solista dan a conocer una canción que luego tendrá, a lo largo del tiempo, 1.000 versiones - por lo que Mc Cartney entra en el Guiness-, hasta llegar, en el terreno de la literatura, a esa Luva Luff cantante de ópera, a quien el detective Dick Deckard- en ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?, de Philip k. Dick- debe ir a matar porque se trata de un androide perteneciente a un movimiento rebelde-un "replicante", en la versión que hizo Ridley Scott para el cine (Blade runner)- pero sentado en el auditorio y dejándose invadir por esa voz maravillosa que canta el aria de La Reina de la Noche, de La Flauta Mágica, de Mozart, se siente invadido además por la duda, porque se pregunta hasta qué punto debe matar a esa mujer que tiene una voz maravillosa, aunque la misma emane de un entramado de ingeniería y cables, pero que a Deckard lo emociona, la canción es la misma - como asegura Led Zeppelin... siempre. Porque la canción como tal, transmite algo- desde el lirismo de sus letras y del apoyo instrumental que la acompaña- a ese oyente que a su vez la reprocesará en la audición que haga a partir de su particular complexión anímica. Pero, a su vez, el efecto catártico que se produce en uno o en miles - la soledad de un cd elegido; la multitud frente a la actuación "en vivo"- parte en principio de ese intérprete, en quien ya de por sí empiezan a producirse esos cambios a partir del canto, del tocar o pulsar el instrumento desde ese no menos intimismo de quien en la canción entrega algo de lo que es su particular interpretación de su paso por la cotidianidad del mundo, ayudado por el Arte, pero que en la no menos acatitud artística de quien escucha y para quien está dirigida esa manifestación del Arte, en ese caso musical, encuentra terreno propicio en donde depositar ese algo que tiene para decir, para cantar, como en definitiva es, entre otras la función del Arte: transmitir a los demás, en expresión creadora, con determinada estética, ese algo que un ser humano tiene para decir y que esto mismo, en el acto de hacerlo- y sumando muchos momentos similares a lo largo de su vida creadora- lo van convirtiendo y afirmando compositor, cantante, músico, cantautor, baladista, cantante lírico. roquero, cantante comprometido (aquel viejo cantante de protesta) con ciertas realidades socio-económico-políticas y todas aquella variantes de estilos que dieron, dan y darán siempre como resultando que la canción siga acompañando a las soledades o la las multitudes, en la particular historia del ser humano.

país evocado en la canción

...Pero también la canción es evocación, como la que tienen para su amado Brasil Vinicius, Tom Jobim, Toquinho y Miucha, en Suiza, en un inolvidable y siempre recurrible recital - hoy disponible en dvd - el 18 de octubre de 1978. En esa oportunidad esas cuatro leyendas vivientes del samba - con Vinicius de Moraes y Tom Jobim a la cabeza (hoy viviendo desde el arte que nos legaron, cuando ya Tom dio su nombre al aeropuerto de río - futura sede olímpica en 2016, y Vinicius el suyo para una calle carioca... y mientras el bar Garota de Ipanema en Nossa Senhora de Copacabana seguirá viendo pasar a "esa cosa más linda")- convirtieron en canción el Brasil que evocaron desde el piano de Tom, la voz aguardentosa e inolvidable de Vinicius - siempre sentado junto a la mesa provista de whisky y los cigarrillos-, la impecable interpretación de Toquinho y su guitarra y la delicadeza vocal de Miucha, hermana de esa no menos leyenda del samba y la bossa nova llamada Chico Buarque de Hollanda.

Así entonces, el público de la Suiza italiana recibió en forma de canción el testimonio de todo un país que en estos representantes llegó y llega siempre al mundo en la forma de esa particular poética del cantar y del interpretar una variante de las emociones y los sentimientos, que siempre, desde la canción, buscan unir a los habitantes de este tan particular universo terrenal.

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